jueves, 14 de enero de 2010

Gran Premio de Madrid de 1975 (CHACAL)

Aunque parezca increíble, CHACAL, uno de los más grandes caballos, sino el que más, que hayan pisado un hipódromo español, no fue favorito unánime en el Gran Premio de Madrid de 1975, su segundo intento en ganar la carrera más importante, legendaria y al tiempo siempre extraña e impredecible de nuestro turf. Algunos de los especialistas encuestados manifestaron sus preferencias por caballos, hoy olvidados, como el argentino de la cuadra Buenos Aires, CACIQUE BLUFF, o el mendoza HONOURED GUEST, un cuatro años con buenos papeles en las islas británicas pero sin contrastar en nuestro país. El tres años de Villapadierna, AMOROSSO también contaba con no pocos defensores, aunque ya en aquella primavera parecía estar claro que la generación del 72 era una de las más flojas de los últimos años.



CHACAL era de nuevo la primera baza de la Rosales y el caballo con más clase, con diferencia, de todos -y todos eran muchos, y la mayoría muy buenos- de los estabulados en la Venta de la Rubia. Había ganado, con diferentes grados de autoridad pero siempre con solvencia, nueve de sus diez actuaciones, entre ellas el Gran Criterium del 73, Velayos, Derby, Copa de Oro, Villamejor y Memorial del 74 y Diputación y Corpa del 75. Sólo había  fallado una vez, inexplicable pero irremisiblemente, precisamente en la anterior edición del Gran Premio de Madrid. Así que, en esta ocasión, la prueba cumbre de la primavera madrileña se convertiría en su cénit o en su nadir definitivo.

Pese a sus muchas contradicciones y a ser una rareza de nuestro calendario frente al internacional, la victoria en el Gran Premio de Madrid siempre ha marcado la diferencia entre un gran caballo y uno mítico.  Un campeón español que no lo tenga en su historial no es un campeón completo. Y de hecho, el que muchos caballos que no pueden aspirar a esa definición –Tebas, Tote, Ifniri, etc- lo hayan ganado, muchas veces en situaciones casi inconcebibles, pese a disminuir la leyenda de la carrera, la cimenta. En el Gran Premio de Madrid puede pasar cualquier cosa. Pero pasar a la leyenda siempre ha sido cuestión tanto de esfuerzo como de fortuna, así que si CHACAL quería entrar por la puerta grande en la historia tenía que ganarlo. Como fuera.

"Como fuera" supuso que para que el campeón encontrara un hueco, su compañero de colores DUAL SEA tuviera que abrirse en la recta perdiendo todas sus opciones (en cierta manera nunca se recuperó de aquello, es como si, obligado a renunciar en la lucha, se acabara convirtiendo en un caballo inferior a lo que parecía ser, y lo demostró en el Memorial de aquel mismo año, ya con CHACAL retirado). Que Román martín no pudiera subirse en PARMUS y los reponsables de la cuadra Mendoza, como fue su costumbre aquel año, contrataran a un mediocre jockey foráneo, Durr (Jesús Méndez juraba y perjuraba que con el toledano en la silla, aquella carrera jamás se le habría escapado al caballo chileno). Que los responsables de TARQUO obligaran, por prudencia, a montar con kilo y medio más del peso asignado a Ceferino Carrasco. Que CACIQUE BLUFF diera la de arena, como en él y en los pupilos de Ordoñez era habitual… Aunque la monta de Dieguez aquella tarde tampoco le ayudó.  Que tanto AMOROSSO como HONOURED GUEST se apagaran pronto…

El colocado y el ganador de CHACAL se pagaron aquella tarde a 16 pesetas por cada 10. Un dividendo, visto con perspectiva, increíblemente jugoso. Pero aquella tarde del recién estrenado verano de 1975 había quien pensaba que el milagro de la derrota del irlandés podría repetirse. Y no fue así, aunque estuvo a punto de suceder; alcanzado en la recta de enfrente, se dolió y cambió el paso, como posteriormente declaró Claudio Carudel, aunque supo rehacerse.

Seguramente CHACAL no sería considerado como casi un 'dios equino' de no haber ganado el Gran Premio de Madrid de 1975. Pero, aunque parezca contradictorio, su leyenda la cimentó su inesperado fracaso un año antes en la misma fecha, la misma pista, la misma carrera y casi las mismas circunstáncias. Sobre aquella derrota inexplicable orbitan, todavía hoy, todas sus grandes victorias.

Es la grandeza del turf y, sobre todo, de nuestro turf; cierto, esto es siempre lo mismo, unos caballos que corren más que otros, pero no siempre podemos predecir porqué.