lunes, 21 de octubre de 2013

Memoria del Memorial: el Duque de Toledo

Cuando Alfonso XIII marchó al exilio en la primavera de 1931, poco antes de proclamarse la Segunda República, se instaló en Roma bajo el título de Duque de Toledo. No era la primera vez que utilizaba ese apelativo, aunque sí menos feliz que cuando lo usaba, como "título de incógnito" para dar su nombre a su cuadra, una de las más queridas y prestigiosas de la primera -y quizás última- edad de oro de nuestras carreras de caballos, cuando parte de la aristocracia europea se refugió en San Sebastián, huyendo de la Primera Guerra Mundial. Una era que llegó a lo más alto con su pupilo RUBÁN "coronándose" en el histórico premio del Medio Millón, en 1922, y con él sus colores morado, borgoña y oro, en lo que fue una de las sorpresas más sonadas de la historia de nuestro turf… y del continental.


El Duque de Toledo falleció pocos meses antes de cumplir una década de exilio, a principios del 41, con sus pretensiones de recuperar la corona agotadas con la instauración del régimen liderado por el general Francisco Franco. Los monárquicos eran parte del tejido político de aquel régimen, que se sostenía por fibras invisibles bien manejadas por el militar gallego. Un equlibrio a veces tan precario (mucho más de lo que pensamos hoy) que provocaba aquellos delirios linguísticos y protocolarios que a veces lindaban con lo ridículamente épico y otras con los límites de lo políticamente correctísimo.

Se cuenta que el referido "título de incógnito", figura protocolaria que usan los monarcas cuando no podían o querían figurar como tales en determinadas actividades privadas, venía justificado por una razón verdaderamente singular; por el debido respeto a la Corona, los caballos de los otros propietarios (en muchos casos, pertenecientes a la nobleza) debían haber cedido el paso a los caballos del Rey, a los que no podrían ganar sin incurrir en ofensa. Imaginensé el espectáculo en una recta final… Es por eso por lo que Alfonso XIII recurrió al título de Duque de Toledo para participar en carreras públicas. De la misma manera, la SFCCE, formada tras la reapartura por un nutrido grupo de Grandes de España, en su gran mayoría aún afectos y devotos al depuesto monarca, supongo se encontraron en un cierto brete cuando, tras su fallecimiento, decidieron dedicarle la prueba magna de cada cierre de temporada, que hasta entonces se había corrido bajo distintas fórmulas y denominaciones, pero más comúnmente como Gran Premio de Otoño.


Así que recurrieron al nombre de Memorial Duque de Toledo, que honraba al Rey como tal, y como ilustre "caballista". Hay que recordar que, en la posguerra, un trofeo de tanta tradición futbolística como la Copa de S.M. el Rey –que durante la República había cambiado su denominación por Copa de Su Excelencia el Presidente de la República– se había vuelto a disputar como Copa del Generalísimo. Por muy monárquica que fuera la junta de la Sociedad, supongo que entregar un trofeo denominado "Memorial Alfonso XIII, Rey de España" (pese a que finalmente sí que había recuperado ese título… para su sepultura en Roma) habría sido un problema de algo más que protocolo. Así que el título de Duque de Toledo… volvió al hipódromo español para denominar lo que hoy, coloquialmente y resumiendo, conocemos como "el Memorial". Curiosamente, se corre en La Zarzuela, un hipódromo que no llegó a conocer Alfonso de Borbón, tan querido y presente en los de Aranjuez y La Castellana, pero que sí visitó con regularidad su sucesor como Jefe de Estado y, más breve y esporádicamente, nuestro actual monarca.

El Memorial pues comenzó a disputarse como tal en el otoño de 1941, con la victoria de L'ASTREE sobre HEBECOURT y BLOCUS. Se ha disputado sobre diferentes condiciones y distancias –¡hasta 2.700 metros!– y con el tiempo se ha tratado de equlibrar para ir convirtiéndolo paulatinamente en "nuestro" Arco del Triunfo, lo que dadas las peculiaridades de nuestro calendario, no ha sido fácil ni, si nos ponemos, realista, al menos hasta hace bien poco; con el Gran Premio de Madrid como prueba magna del calendario, era fácil que muchos de los aspirantes al Memorial se quedaran en el camino. Ahora, con las fronteras a Francia abiertas de par en par para nuestros mejores ejemplares, el Memorial (con la categoría de Listed) es nuestro Arco… más desde un punto de vista romántico que otra cosa. Por eso, la presencia de ABDEL después de ¿vaciarse? en el Andre Baboin y la correspondiente travesía a Burdeos nos recuerda el fracaso de MY MOURNE ante la nada estelar STANIA tras su fallido viaje al Arco (el de verdad) en el 72.

El Memorial no tiene tanta leyenda como el Gran Premio de Madrid, cierto; los batacazos y sorpresas, que no han faltado, han sido más justificables por la dureza de la campaña, la madurez de los potros, el buen momento de las yeguitas, el terreno, etc. Sin embargo, si que ha añadido algo de justicia al palmarés de algunos grandes caballos que nunca pudieron culminar una temporada ganando el clásico primaveral: FARNESIO, FRISCO, TERBORCH, MASPALOMAS, REVIRADO, COLOSO, INDIAN PRINCE, CANALETTO, PARTIPRAL o YOUNG TIGER figuran en el historial de la prueba sin haber ganado nunca la "primera pata" de ese dificilísimo "Grand Slam" intergeneracional que forman ambas carreras con la Copa de Oro de San Sebastián, y que en un único año yo creo que sólo hemos visto ganar a REFFHISSIMO y EL SEÑOR…



Hay que tener en cuenta que la Copa de Oro se empieza a celebrar con regularidad (tras las dos ediciones "internacionalistas" de 1966 y 1969) en el 70, y que desde entonces y durante mucho tiempo, el calendario hípico de cualquier crack que se precie pasa por ganar el ansiado y ya mencionado "Grand Slam" o anillo único intergeneracional del turf español; un título oficioso y supongo que sólo añorado por viejos aficionados como yo, ya que supongo que para cualquier propietario o preparador con un proyecto de crack en su cuadra, el calendario foráneo supone demasiada tentación como para intentar un reto tan desequilibrado, y al mismo tiempo, legendario a nuestra escala, como el que decíamos. Este año, por ejemplo, ningún caballo se ha atrevido con las tres pruebas consecutivamente, lo que en mi imaginación de crío equivalía a ganar en un año Vuelta, Giro y Tour.

De pasado podemos recordar que el gran CHACAL las ganó… en años diferentes. A tres falló en el Gran Premio de KING FROG, a cuatro se lesionó y retiró antes de participar en un Memorial que ganó el sorprendente "especialista" SEIS DOBLE; el de la cuadra Dominó fue en ediciones consecutivas segundo y tercero. TERBORCH cedió en el 71, aún renqueante por la "bedsoniasis" que arrasó el hipódromo, ante TRAVERTINE, y se impuso en verano y otoño ante la sustituta que se trajo Blasco tras romperse tan magnífica yegua, CREPELLORA. Quien falló en San Sebastián fue VICHISKY, que cedió ante GLAUCO, del Duque, que no figuró en otoño.




Este año, por justicia poética, nos gustaría en este blog que ENTRE COPAS o ABDEL se incorporaran al historial de esta prueba. Sería bonito en un año en el que hasta las bitácoras monárquicas hablan de la posibilidad de que el próximo en emplear el título de Duque de Toledo… sea Juan Carlos I. Recuperemos pues (cortesía del gran Principe Duero) una filmación del 68 que muestra al entonces Príncipe entregando el trofeo (ganado por FARNESIO para la Yeguada Militar) que recordaba el pasado hípico de su ilustre abuelo, sólo unos meses antes de que Franco legitimara su sucesión. Otra vez, un ejemplo de "teatrillo" histórico con las carreras como escenario.