miércoles, 20 de marzo de 2019

Crónica negra todoazulada…

Olvidado por todos. Perdonado por nadie.

Queda lejos cualquier atisbo de esperanza. Así que le encontrarán en una triste habitación, en mangas de camisa y descalzo, acostado en la cama y con un disparo en la sién que se había administrado él mismo. A sólo un cuerpo de la muerte y la oscuridad.

El cielo, todo azul, de Santo Domingo, es lo único que permanece igual ahí fuera, igual que tantos años atrás, cuando la urbe se llamaba Ciudad Trujillo y al Teniente Coronel de la Fuerza Aérea Luís José León Estévez se le veía en el hipódromo de la Perla Antillana del brazo de su esposa, la señorita Lita Trujillo, la hija del Jefe, de Leonidas Rafael Trujillo. Cuando León-Estévez no se dejaba ver sino implacablemente vestido, cuando sus amigos –y enemigos, aunque estos nunca a la cara– le llamaban "Pechito" y las chicas bien dominicanas se azoraban al cruzarse con el "pimpollo", no excesivamente apuesto, sí, pero tan elegante. Tan discreto. Tan poderoso. Como lo era aún aquella otra tarde, en…

Madrid, a finales del otoño de 1963, hace 50 años.  
Una crónica de El Duende de la Zarzuela.

- Venga usted a las seis de la tarde.
Estas fueron las palabras de José Luís León, propietario de la Cuadra Esperanza, cuando le preguntamos a que hora podíamos quedar con él para realizar un corto reportaje. 

A la hora fijada acudimos a su domicilio. Vive en un soberbio chalet cercano a Barajas. Cuando llegamos, un criado, perfectamente uniformado, nos introduce en un amplio salón, donde pueden verse los trofeos conquistados por Idie, Koshka, Blaze of Glory y otros caballos de sus colores.  La estancia, lujosamente amueblada, cuenta con cuadros de las mejores firmas y al fondo un estereofónico deja sonar la música de Mozart, mientras el sol tímido del otoño acaricia el ambiente.

El propietario de la Cuadra Esperanza, nacido en la República de Santo Domingo, es un hombre joven que siente por el turf marcada predilección. Su gran ilusión es ver ganar a sus caballos, ver sus colores por la puerta grande y obtener los grandes clásicos del turf español después de una carrera plena de deportivismo. 

Cuando nos recibe para prestarse al correspondiente interrogatorio nos dice que las carreras le entusiasman y que el turf ha formado siempre parte de su vida. En presencia de su entrenador, y del jockey de su cuadra, el ‘desconocido’ Carudel, tuvo lugar la entrevista, en la que las preguntas y las respuestas se sucedían a un ritmo vertiginoso.
- Mis aspiraciones –responde– son conribuir al progreso del turf español con caballos de la máxima calidad. Por este fin no pienso regatear esfuerzos de ninguna clase y espero aportar mi contribución al engrandecimiento del hipódromo hispano. En un futuro cercano instalaré una gran yeguada, pues es mi deseo ganar con caballos criados en mis haras. 
- ¿Está usted satisfecho con la campaña realizada por sus caballos?
- Para ser el primer año, puedo decir que me encuentro realmente contento, ya que actualmente mi cuadra ocupa el segundo lugar en la lista de propietarios ganadores y Blaze of Glory me ha dado la gran alegría de ganar para España las dos carreras de carácter internacional que se han disputado en Lasarte y Biarritz.
- ¿Espera quedar primero en la lista de propietarios?
- No lo veo imposible, pues existen escasas diferencias y todavía quedan premios muy importantes. La suerte en el turf, como en otras cosas en la vida, puede influir. 

La entrevista termina. El propietario de la cuadra Esperanza nos pone un whisky en un vaso largo, es el tercero en el transcurso de la conversación. Por eso lo vemos todo de color de rosa, aunque estemos hablando de la Esperanza. 

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Apenas unos meses antes, León Estévez había aparecido en otra publicación, el semanario Blanco y Negro, que hacía referencia a su detención preventiva e interrogatorio por las autoridades francesas con motivo de su relación con una misteriosas cajas decomisadas y que contenían, al parecer, parte de las fabulosas propiedades y riquezas amasadas por la familia Trujillo y embarcadas tras su abandono de su país natal, a principios de la década de los sesenta.

"Son las cinco y veinte en el reloj del aeropuerto de Orly; los pasajeros aguardan la salida de un avión con destino a Madrid. Dos señores, elegantemente vestidos, hablan  discretamente en un rincón. Discretamente, un grupo los rodea. Una voz murmura…
- Policía. Hagan el favor de seguirnos, por favor.
Uno de ellos tiene la tez olivácea, los ojos negros y duros. Se llama León Estévez. Es el marido de Angelita Trujillo, una de las hijas de Rafael Leónidas Trujillo, primer mandatario de la República Dominicana durante treinta años. Estévez dirigía su servicio secreto.

El interrogatorio al que fueron sometidos por la policía francesa es el último episodio del caso que se ha conocido como "El tesoro de los Trujillo". Según se dice, tras el asesinato de Rafaél Leónidas Trujillo por sus adversarios políticos, sus deudos lograron enviar al extranjero lingotes de oro, obras de arte, joyas y muebles por un valor cercano a los 800 millones de dólares. Muchas de estas riquezas están en Francia, custodiadas por las autoridades de este país a requerimiento de las dominicanas, que las consideran propiedad de su país. El comisario Arnal, encargado de la investigación, declara:
- Los cajones conteniendo estas maravillas han hecho un curioso trayecto. primero fueron enviados a Nueva York, desde donde siguieron trayecto hasta el puerto de El Havre. Allí el embajador dominicano en París, como llevaban la inscripción "Propiedad de la República Dominicana", las retiró de la aduana. Luego desapareció. Postriormente, las cajas aparecieron en sendos guardamuebles de la compañía Grospiron, en el bosque de Boulogne parisino y en la estación de transportes de Mountrouge. Como eran unas sencillas cajas de madera que no parecían contener nada importante, nadie reparó en ellas hasta que no empezaron a ser custodiadas por los gendarmes, día y noche, a la espera de que se dilucidara a quien pertenecían".

El mismo presidente dominicano, Juan Bosch, se personó en París para reclamar el contenido de aquellas cajas. Parece que inútilmente; finalmente Estévez fue liberado tras prestar declaración y Radamés Trujillo, representante de la familia, tildó de "calumniosas" las declaraciones de los diplomáticos dominicanos al tiempo que confesaba al autor del reportaje, Francoise Launay, que al menos ya había podido recuperar otro de sus bienes más preciados, que habían llegado acompañando a aquel cargamento: 35 purasangres de su cuadra de carreras, una de las mejores de Hispanoamérica.

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Cuando los Trujillo abandonaron la república Dominicana, todo hay que decirlo, algo apresuradamente, la familia había embarcado en cualquier caso en su yate lo suficiente como para vivir holgadamente en su exilio europeo. Aparte del féretro del patriarca, que les acompañó hasta su destino final en Madrid, donde fue enterrado en un panteón en la localidad madrileña de El Pardo, que hoy comparte con su hijo Ramfís, con quien tantas cuitas mantuvo en vida.

La razón de la apresurada travesía eran las acusaciones pendientes contra el propio Ramfís y León Estévez. Entre otros casos, pendía el referente a los sucesos de la hacienda familiar, en la que al parecer habían muerto, sin juicio previo y acribillados mientras sus captores y ejecutores tomaban "unos tragos", los presuntos magnicidas que poco antes habían acabado con la vida de Rafael Leónidas Trujillo, en mayo de 1961.  

Trujillo había dominado la República Dominicana, desde el gobierno o moviendo sus hilos, durante tres décadas, en las que modenizó el país a costa de hacerlo suyo, hasta el punto de rebautizar su capital como Ciudad Trujillo. Además, en un territorio con apenas tres millones de habitantes y una renta por cápita bajísima, había amasado una fortuna increíble. Fortuna que entre otras cosas dedicó a su gran afición por la hípica: hasta media docena de hipódromos construyó, siendo el principal del de Perla Antilla, donde sus caballos y los de sus allegados mandaban en la pista como él lo hacía en el país. Ganar una carrera que no "te pertenecía" podía ser un triunfo muy peligroso, decían los rumores.

También contaban que Trujillo dejó de ir a las carreras tras el asesinato del presidente panameño José Antonio Remón, asesinado mientras celebraba el triunfo de uno de sus caballos en el recinto de balanzas. Era la última carrera de la tarde, apenas había luz y un hombre, situado tras el seto que separaba la pista, ametralló al dignatario y a vario de sus acompañantes. La Copa quedó en el suelo, abollada por los disparos.

Trujillo dejó de ir a las carreras, pero no escapó a su destino. La foto finish le dio perdedor una tarde que salía a pasear acompañado de su chófer, sin escolta. Les rodearon y, dicen que ya viéndose perdedor, le pidió a este que detuviera el vehículo para al menos irse enfrentándose. Ramfis, como Michael Corleone en la ficción, se prestó a vengarle, aunque eso le costara renunciar a su futuro como sucesor, papel que en absoluto deseaba.

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Si Ramfis fue Michael Corleone brevemente, antes y después encarnó al prototipo de Fredo. Avergonzó a su padre en su paso por diferentes academias militares y universidades, de las que fue expulsado con regularidad, y por sus devaneos como playboy conquistando a las divas del Hollywood de la época, con tal notoriedad en sus andanzas que su progenitor llegó a internarle en siquiátricos donde, dicen, recibió tratamientos de electroshock.

Para cuando llegó a España, exiliado, Ramfís había renunciado a la tutela de su celebérrimo cuñado, el conocidísimo playboy Porfirio Rubirosa, para ceñirse a la del mucho más discreto, y eficaz, León Estévez, marido de la "reina" Angelita. Estévez también era un gran aficionado al deporte hípico, y como contamos, fundó la Esperanza, cuadra puntera en nuestro país especialmente en el trienio 1963-64-65, gracias a mimbres como Todo Azul, Damasco o los ya mencionados Koshka y Blaze of Glory. Caso curioso, estuvo a punto de alzarse con la estadística en los dos últimos años de los citados, aunque sólo pudo ser segundo de la Dos Estrellas, colores ligados a Jorge Antonio, muy allegado a otro depuesto político sudamericano refugiado en nuestro país, Juan Domingo Perón. Fue, pues, un duelo de exiliados de lo más singular.   
 
En un plano más discreto, la ya mencionada cuadra de Radhamel, la Cinco Estrellas, obtuvo mejores resultados en sus expediciones francesas aunque aquí logró alguna victoria de mérito, como el Criterium ganado por Córcega, una de las primeras carreras importantes ganadas como jockey por Maurice Delcher. Sin embargo, ambas cuadras languidecieron desde la segunda mitad de los sesenta hasta desaparecer tan sigilosamente como se habían creado.

Y como sus triunfos, fueron desapareciendo ellos mismos, de una forma cada vez más trágica, sumiendo a la familia en un halo de oscuridad. León Estévez rompió su matrimonio con Lita, acabó regresando, una vez prescritos los cargos que recaían sobre él, a su país de origen, donde como relatábamos al principio, murió tras suicidarse en 2010.

Radhamel había desaparecido poco antes, dicen que a manos de un cártel de la droga con el que había terminado por involucrarse.

Pero lo más notable es el destino final de Ramfís. En 1969 sufrió un gravísimo accidente de automóvil, a principios de diciembre, cuando se dirigía a su casa en La Moraleja. Impactó con un vehículo en el que viajaba una madre con su hijo. Ramfís murió semanas después, el Día de los Inocentes de aquel año, lo que fue considerado una singular casualidad entre quienes lo acusaban de tantas y tantas atrocidades, tras negarse a recibir tratamiento. La conductora del otro vehículo también murió, instantánamente, siendo el niño el único superviviente, aunque con múltiples lesiones. Ella era Teresa Beltrán de Lís, Duquesa de Alburquerque, y aquel chico, Juan Osorio, se recuperó para convertirse en el actual Duque de Alburquerque.

domingo, 27 de enero de 2019

(HTE) 1960 (y 1): Un año de 'gloriosa transición' para Beamonte

Poco antes de iniciarse la temporada de primavera de 1960  en el Hipódromo de La Zarzuela, la 'gloriosa incertidumbre del turf' parecía en suspenso. La superioridad de los pupilos de la cuadra Beamonte, con 28 ejemplares en sus boxes, todos a las órdenes del preparador Jesús Méndez y con las montas contratadas de Claudio (entonces aún Claude) Carudel y José Perelli, parecía incuestionable. Con el crack WILDSUN encabezando la lista recién esrenada su condición de 'viejo', completaban la impresionante nómina nombres como DYUR, KYMRIS, NILOR entre los veteranos, D'IVOI, NEMBUTAL, VISIR II, NERKO o ANGKOR amén de las porancas TRACIA, RAIWA y SUNNIDE entre los tres años y ya se apuntaban nombres entre los de dos como NERTAL, VIK, FOLIE o NOFRIT. Pasear en aquellos días de 1960 por las instalaciones de Méndez debía ser un impresionante; pocas veces han coincicido caballos de tanta clase en tan pocos metros…

De hecho, al contrario de la mayoría de los preparadores, que se estrujaban la mollera para responder a la pregunta de "En cuál de sus caballos confía más", Méndez tenía que apuntar la opción contraria, la del descarte, para apuntar que "Tengo una lista muy brillante, lo prudente es esperar a ir borrando a lo largo de la temporada". Los aficionados, por contra, lo tenían muy claro; primero, WILDSUN. Luego… Muy buenos tendrían que ser los tres años estabulados en las cuadras de Beamonte para que hubiera alguno a su altura.



Vamos a dar un par de datos interesantes, los primeros clasificados antes de empezar a temporada por los handicappers españoles. Aquí parece que el dominio de los Beamonte no es tan claro, aunque la impresión es engañosa:

Gran Handicap de invierno (Para caballos de edad, a correr el 21 de febrero)
WILDSUN 63 K. (Beamonte)
ROQUE NUBLO 62 K (Marques de la Florida)
DYUR 62 K. (Beamonte)
MAYPOLE DANCER 60 K. (Villapadierna)
RITA 59 K. (Gandarias)

Hándicap Opcional (Para caballos de tres años, a correr el 6 de marzo)
NEMBUTAL 60 K. (Beamonte)
VERAGRO 59 K. (Marques de la Florida)
VULCANO 58 K. (Barreiros)
MARCONI 58 K. (Coinver)
CAMPERITO 57 K.(Dos Estrellas)

En una encuesta entre los preparadores, Nicolás Méndez daba como su gran esperanza a VISIGODO (Jaime Badillo), Enrique Romera a FLAVIO y BALAY (Yeguada Figueroa) aunque ya apuntaba que tenía un dos años muy prometedor en la misma cuadra, CAPORAL (que hasta muy poquito antes se había llamado… Fa), Emilio Ceca confiaba en PETUNIA (Hermanos Berriatúa), Vicente Díez en la veterana ANADOLÍ (R. y L. De la Peña), Álvaro Díez en VULCANO (Barreiros), Francisco Galdeano se remitía al otoño para que empezara a carburar L'OISEAU BLANC (Yeguada Arnús) y Claude López en UKRANIA (Margarita Z. de Jonescu) y PICHI (Gandarias), dejando fuera de la terna a la veterana seis años SAMARELLA que por aquellos días alternaba liso y vallas, pese a lo cual, estaba inscrita en el Gran Premio de Madrid, que había ganado a sus tres con peso ultraligero y enorme sorpresa para cátedra y público. Una carrera para la que Beamonte había inscrito a 8 de sus pupilos, pero que a esas alturas casi nadie dudaba de que el gran WILDSUN iba a repetir su victoria de 1959.

Otro capítulo interesante a repasar es la lista de jockeys contratados por las diferents preparaciones. Aquel año de 1960, con la generación de grandes veteranos de la preguerra ya retirados a a punto de hacerlo, las jóvenes fustas españolas se encontraron con una fuerte competencia de las importadas. No es que se trajeran los habituales ases foráneos para los grandes premios, es que siguiendo la estela del ya definitivamente instalado Carudel (que curiosamente ese mismo año cimentaba su deseo de radicarse en nuestro país casándose con una española) un buen número de jockeys de otras nacionalidades decidieron probar fortuna en nuestros hipódromos, con la consiguiente preocupación de los especialistas, que elogiaban en la mayoría de los casos su nivel, pero veían decrecer las oportunidades de los buenos jinetes locales.

Aparte del contrato de Carudel como indiscutible primera monta de Beamonte, Adrián Aprin montaría para Barreiros, un jovencísimo Maurice Delcher para el Marqués de la Florida, henry declá para Antonio Blasco, el aprendiz Daniel Dehard para la preparación de Álvro Díez, Jean Larre para el Conde de Villapadierna, Claude López para su propia preparación, André Michel para Juan Galobart, y el exquisito trotamundos británico Reginald Perkins para la Yeguada Figueroa. Todo ello sin contar, como ya mentamos, con los contratados exclusivamente para las grandes ocasiones y el brasileño Urías Bueno, que en la temporada de verano aparecería como un ciclón en nuestras pistas… Frente a ellos, Antonio Balcones, Adolfo Barderas, Simón Figueroa, Ángel Hernández y los hermanos Ponciano y Sabino Polo no lo tenían fácil. 'Pepito' Perelli contaba con las segundas montas de Beamonte, Carlos Díez las primeras de la Yeguada Militar y el sabio preparador Francisco Cadenas, con buen ojo, confiaba en el jovencísimo jockey toledano Román martín, ya con licencia de profesional pero, en sus propias palabras, aún con mucho que aprender.